En México, el estrés laboral y los trastornos del ánimo como la depresión se han convertido en problemas de salud pública que impactan con mayor fuerza a las mujeres.
Diversos estudios y encuestas laborales muestran que ellas reportan niveles más altos de agotamiento, ansiedad y síntomas depresivos en comparación con los hombres.
Un panorama desigual
Se estima que alrededor de tres de cada cuatro trabajadores en el país experimentan algún grado de fatiga o estrés derivado de su empleo. Sin embargo, las mujeres son quienes presentan los índices más elevados: cerca del 70 % de ellas reconoce haber sufrido episodios de ansiedad o depresión relacionados con su entorno laboral. Además, mientras que la mitad de las mujeres admite sentirse estresada por las condiciones de su trabajo, en los hombres el porcentaje es menor.
Factores de mayor impacto en mujeres
Entre las razones que explican esta disparidad se encuentran:
- La doble jornada laboral y doméstica, ya que muchas mujeres cargan con responsabilidades en el hogar además de su empleo formal.
- Condiciones organizacionales adversas, como largas jornadas, baja autonomía, sobrecarga de tareas y falta de comunicación.
- Expectativas sociales y roles de género, que generan presión para cumplir de manera simultánea con el trabajo, la familia y el cuidado personal.
- Escaso acceso a mecanismos de apoyo, dado que no todas las empresas cuentan con programas de salud mental o espacios de escucha.
Consecuencias visibles
El impacto del estrés prolongado y la depresión en las mujeres mexicanas se refleja en ausentismo laboral, bajo rendimiento, dificultades en las relaciones personales y familiares, así como un mayor riesgo de enfermedades físicas como problemas cardiovasculares, trastornos del sueño y desgaste crónico.
Rutas para enfrentar el problema
Especialistas destacan la necesidad de implementar políticas laborales con perspectiva de género, fomentar esquemas flexibles de trabajo, garantizar programas de apoyo psicológico en centros de trabajo y promover la redistribución de las tareas domésticas dentro de los hogares.
El estrés laboral y la depresión en las mujeres no son una cuestión individual, sino estructural. Atender este problema de manera integral permitirá no solo mejorar la calidad de vida de millones de trabajadoras, sino también fortalecer la productividad y el tejido social en México.