Recordando al gran Jaime Sabines que decía, “Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡Vive, vive, vive! Era la muerte”.

El Día de Muertos tiene sus raíces en las antiguas civilizaciones indígenas de México, como los aztecas y los mayas. Estas culturas tenían tradiciones de honrar a los muertos y creían en la continuidad de la vida después de la muerte. La festividad actual incorpora elementos de estas tradiciones ancestrales, lo que la conecta con la rica herencia prehispánica de México.

En esta época del año, se realizaron diversos y multitudinarios eventos en diferentes estados del país. Nos queda claro que la diversidad, riqueza y pluralidad de ideas de las y los mexicanos es simplemente mágico, ya que, es una de las tradiciones más bonitas que existe, donde podemos ver increíbles decoraciones y adornos que hacen alusión a nuestras propias raíces.

El Día de Muertos es realmente maravilloso, ya que, significa honrar y preservar nuestra herencia cultural y familiar, se celebra la vida y la muerte de una manera festiva y colorida. Los altares, las ofrendas, las calaveritas de azúcar y las calacas (figuras de esqueletos) son ejemplos de cómo se incorpora el humor y la alegría en esta celebración, a pesar de su relación con la muerte. Así pues, el día de muertos es una celebración más íntima y emocional en todos los sentidos.

La cercanía con el dolor de la pérdida o nos hace más sensibles o más fuertes, dejándonos muy claro que deberíamos ser más empáticos y humildes con los demás, debemos entender que sólo estamos de paso, por lo tanto, dejemos huellas bonitas. Esta gran tradición de día de muertos, se niega a morir, hagamos que prevalezca entre las generaciones actuales, que siga en lo más querido y profundo de nuestro corazón, ya que como mexicanas y mexicanos es algo que nos distingue y nos hace únicos.

Al escribir estas líneas, considero que a veces los seres humanos somos muy raros. Nos peleamos con los vivos y regalamos flores a los muertos. No tenemos tiempo para visitar a un vivo, pero nos quedamos todo el día en el velorio. Hasta parece que es más valiosa la muerte, que la propia vida. “Lo nuestro no es un disfraz, es una tradición”.

X: @AlejandroDíazDz
Estudiante de Derecho en la Universidad Autónoma del Estado de México.