El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son verdaderamente. El pasado fin de semana en la CDMX, se realizó la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que ha dado mucho de qué hablar, ya que, vimos una organización dividida y muy polarizada.

Debemos recordar que la CELAC fue fundada en 2010 por iniciativa de México y del ex-presidente Felipe Calderón, durante la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe celebrada en la Riviera Maya. Asimismo, es el único foro que reúne a los 33 países de Latinoamérica y el Caribe, ya que, a diferencia de la OEA, no contempla la participación de Canadá y Estados Unidos.

Cada mandatario tuvo su turno para hablar. Cuando le tocó al presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, reprobó el actuar de los presidentes Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, aclaró que su participación en el foro no significa que sea complaciente con lo que sucede con algunos gobiernos.

Asimismo, el presidente de Uruguay criticó que, en los países de Venezuela, Cuba y Nicaragua, no se respeta la democracia plena y no hay separación de poderes. También, señaló que existe represión, se encarcelan opositores y no hay respeto total a los derechos humanos.

Por otra parte, el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, mencionó que su participación en la reunión de la CELAC no significaba que reconociera al mandato de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. Sin duda, un evento muy polarizado y lleno de incertidumbre. 

Pero bueno, más allá de los enfrentamientos, el encuentro fue “aprovechado” por los mandatarios para discutir la lucha conjunta contra la pandemia, sobre el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) y sobre otros problemas de la región. 

Para finalizar, considero que, si aspiramos a un desenlace pacífico para el futuro de México y el Mundo, el próximo paso debe ser necesariamente la capacidad de escuchar y analizar opiniones contrarias, distintas, variadas, donde prevalezca el diálogo, la comunicación, la inclusión y la importancia de entender la posición y razones del otro, para que, con base en ello, podamos comenzar a construir una idea en camino a lograr el bien común. Decía Franklin, “O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos”.