El furor por Messi no tiene límite. Menos aún en Rosario, la ciudad que lo vio nacer, donde algunos de los principales salones de tatuaje no dan abasto para atender las solicitudes recibidas para inmortalizar en la piel el rostro del ídolo, tras ganar Argentina el domingo pasado su tercer Mundial.

El furor por Messi no tiene límite. Menos aún en Rosario, la ciudad que lo vio nacer, donde algunos de los principales salones de tatuaje no dan abasto para atender las solicitudes recibidas para inmortalizar en la piel el rostro del ídolo, tras ganar Argentina el domingo pasado su tercer Mundial.