La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que la economía mexicana crezca 2.6 por ciento durante el año en curso, 0.8 más que en su previsión de marzo, debido a que el consumo está siendo respaldado por la mejora en el mercado laboral y la inversión se beneficiará de la relocalización de manufacturas hacia el país.

Para 2024 la organización no modificó su estimado de 2.1 por ciento para México, en medio de una economía mundial que “ está dando un giro, pero aún tiene un largo camino por delante hasta alcanzar un crecimiento sólido y sostenible”, detalló en su informe de Perspectivas Económicas.

“A lo largo de 2022, el crecimiento del PIB (producto interno bruto) mundial se ralentizó de manera significativa, no obstante, varios de los factores que pesaban negativamente sobre la economía están remitiendo”, entre ellos los precios de la energía, de la inflación general y los cuellos de botella en las cadenas de suministros, expuso la OCDE.

La reapertura de la economía china, sumada a la situación del empleo, contribuyen a una recuperación que dista de la tasa media promedio de crecimiento que se registró en la década previa a la pandemia de coronavirus, enmarcó la organización. Se calcula una expansión del PIB mundial de 2.7 por ciento en 2023, y de 2.9 por ciento en 2024.

En ese contexto, la OCDE reportó que en México la demanda doméstica sigue mostrando resistencia frentea las presiones inflacionarias, mientras el empleo se robusteció con un aumento de su componente formal y de los salarios reales. Las remesas son elevadas y el crédito al consumo se recupera.

Si bien, la actividad manufacturera ha empezado a suavizarse al debilitarse la demanda exterior procedente de Estados Unidos, la inversión en maquinaria y equipos se está fortaleciendo, favorecida por el traslado de procesos industriales a México, consignó.

Reiteró que, si bien la inflación general ha empezado a ceder, la subyacente —que incorpora los insumos menos propensos a variar— no lo ha hecho y las expectativas inflacionarias siguen situándose por encima del objetivo, por lo que la política monetaria deberá seguir siendo restrictiva.