Varias protestas en favor de la libertad fueron anuladas el jueves en Kabul, tras ser prohibidas por el nuevo gobierno de los talibanes, que intenta asentar su régimen fundamentalista, ante el recelo de los países occidentales.

Esta semana, talibanes armados dispersaron concentraciones de cientos de personas en varias ciudades del país, entre ellas Kabul, Faizabad (noreste) y Herat (este), donde murieron dos personas por disparos.

Para poner fin a las movilizaciones, el miércoles por la noche, el nuevo gobierno talibán ordenó que cualquier manifestación tenía que estar autorizada por el ministerio de Justicia. Y que «por el momento», ninguna lo estaba.

El jueves por la mañana, se veían en las calle de Kabul muchos más combatientes fundamentalistas armados que los días anteriores –incluyendo las fuerzas especiales con equipos militares–, en las esquinas y en los puestos de control del tráfico en las grandes avenidas, según periodistas de la AFP.

Un organizador de una protesta delante de la embajada de Pakistán –un país muy cercano a los talibanes y acusado de injerencia en los asuntos internos– dijo a la AFP que habían cancelado la manifestación a raíz de la prohibición del gobierno.

En otro lugar donde estaba prevista otra concentración, no había ningún indicio de la protesta.

«Ganarse» la legitimidad

Los talibanes anunciaron su gobierno de transición formado por miembros ultraconservadores, algunos de los cuales ya gobernaban durante el régimen fundamentalista y brutal de los años 1990. Varios de los ministros figuran en las listas de sanciones de la ONU y no hay ninguna mujer en el gabinete.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, advirtió al nuevo gobierno talibán que debe «ganarse» su legitimidad ante la comunidad internacional, tras el anuncio de este gabinete que incluye miembros buscados por Washington.

En una reunión virtual en Alemania con los ministros de 20 países, Blinken explicó que el encuentro se centró en cómo hacer para que los talibanes respeten «sus compromisos y obligaciones». En otras palabras, «dejar que la gente viaje libremente para respetar sus derechos fundamentales, incluidas las mujeres y las minorías, velar para que Afganistán no sea utilizado como base para ataques terroristas, no ejercer represalias contra aquellos que eligen quedarse en Afganistán», citó.

Una de las cuestiones que más preocupa a nivel internacional es la evacuación de extranjeros y afganos en situación de riesgo, que no pudieron salir del país cuando concluyó la retirada de las últimas tropas estadounidenses a finales de agosto.

Precisamente este jueves y por primera vez desde entonces, unos 200 extranjeros, entre ellos estadounidenses, serán evacuados desde Kabul a Catar en avión, informaron fuentes cercanas a esta operación en Doha.

Promesas de apertura

A pesar de que los talibanes habían prometido que incluirían a miembros de otros grupos en el gobierno, la realidad es que los puestos clave anunciados están en manos de líderes talibanes: el ministerio del Interior está dirigido por Sirajuddin Haqqani, jefe de la temida red Haqqani (calificada de terrorista por Estados Unidos) y el Defensa por el mulá Yaqub, hijo del mulá Omar, fundador del movimiento.

Mohammad Hasan Akhund, que fue ministro entre 1996 y 2001, está al frente del gobierno.

Los talibanes también han reinstaurado el temido ministerio de la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que durante el anterior régimen velaba para que la población respetara su estricta interpretación de la ley islámica.

El miércoles, el expresidente Ashraf Ghani, cuya huida el 15 de agosto abrió las puertas de Kabul y del poder a los talibanes, pidió disculpas al pueblo afgano por no haber sabido ofrecerle un mejor futuro.

Este nuevo gobierno se enfrenta a la difícil tarea de relanzar la moribunda economía del país y lidiar con los complejos problemas de seguridad, incluida la rama local del grupo Estado Islámico, rival de los talibanes y que está detrás de sangrientos atentados.

Entretanto, en el país se iban observando otros símbolos de la impronta de los nuevos gobernantes.

En imágenes que circulaban en las redes sociales, se podía ver que el principal aeropuerto del país, antes llamado Hamid Karzai International en honor al primer presidente postalibán, había sido renombrado Kabul International. Y un día feriado el jueves en recuerdo del famoso comandante Ahmed Shá Masud, asesinado en 2001 por Al Qaida, también fue cancelado.